Hay veces en que este mundo parece muy muy grande, vasto en extensión que pareciera que no se podría recorrer por uno nunca. Sin embargo hay ocasiones en que no es así, tan pequeño como un huevo de gallina parece ser.
También me ha parecido que, a modo de sexto sentido, uno puede saber (o tener el presentimiento) de que alguien podría estar a la vuelta de la esquina. Y a veces pasa.
Hay tantas cosas que no comprendemos de nosotros, del mundo y de las interacciones humanas en nuestros agitados días. Pero me parece que nuestros antepasados, los humanos que vivieron antes de nosotros si lo supieron y nosotros lo olvidamos.
Me pongo a pensar en cómo es que haremos nosotros para comunicar de manera efectiva los mensajes necesarios, los que queremos que persistan en el tiempo a las generaciones venideras. No hay lenguaje que sobreviva a cientos de generaciones, cambia y termina por ser olvidado.
Pensar en eso es trabajo de unos pocos, la mayoría sólo nos ocupamos de cosas efimeras, poco complicadas y transitorias. Creo que todos alguna vez hemos querido que este mundo se haga más pacífico, mejor, más habitable y generoso tratándolo bien y trabajando para el bienestar de los que vienen y nos reemplazarán. Sin embargo, la existencia diaria no no lo permite, debemos trabajar para subsistir, ganar dinero y comprar el sustento.
Compleja existencia la de hoy en día.
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